Hoy, 13 de enero, se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, un trastorno emocional que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, por lo que está considerada como la primera causa mundial de discapacidad con incidencia directa en las tasas de mortalidad. La Fundación ANAR viene alertando del incremento alarmante de los casos de menores de edad que padecen problemas de salud mental, sobre todo a raíz de la pandemia. Y, coincidiendo con la conmemoración de este Día, queremos ofrecer algunos consejos e indicaciones para ayudar a padres y madres a reconocerla en sus hijos y poder ayudarles:
Qué es la depresión
La depresión es un trastorno del estado del ánimo y de los sentimientos que, en niños y adolescentes, se puede presentar de forma diferente a como lo hace en los adultos. Es más frecuente en las niñas y sobre todo en la adolescencia, donde los jóvenes están sometidos a cambios continuos y la presión es tan fuerte que les puede llevar a variaciones bruscas en su estado de ánimo, o a sentirse irritados, sensibles y vulnerables.
Cómo reconocer la depresión en vuestro hijo/a
- Siente tristeza o llora con frecuencia.
- Pierde interés por actividades que antes le gustaban.
- Tiende a aislarse.
- Siente cansancio y pérdida de energía.
- Pierde el apetito y tiene dificultades para dormir o, por el contrario, come y duerme en exceso.
- Tiene un bajo concepto de sí mismo.
- Pierde la concentración, tiene dificultad para estudiar y sus notas suelen bajar.
- Padece dolores con frecuencia.
- Vislumbra negativamente su futuro.
- Puede expresar o sentir deseos de morir como forma de acabar con lo que le preocupa.
Qué factores favorecen la depresión
Hay una serie de factores que, aunque no presentan el mismo grado de riesgo en todos los menores, sí pueden ser importantes o suponer un impacto para algunos de ellos. El riesgo de depresión aumenta a medida que el ambiente es más negativo y el menor más vulnerable.
- La pérdida de un ser querido (padre, madre, mascota) puede suponer un trauma.
- Una historia familiar de depresión, ya sea de uno de los padres o en alguno de los familiares directos.
- Un entorno familiar desorganizado, en el que exista conflictividad conyugal o estilos educativos estrictos, sobreprotectores o permisivos.
- La falta de contacto afectivo favorece que no se expresen emociones o sentimientos por parte del niño/a.
- Unos niveles de exigencia inadecuados, bien porque las expectativas son muy altas a nivel social, académico o familiar, o por la ausencia de las mimas.
- Cualquier cambio en la vida del niño: cambios de domicilio, de colegio, la llegada de un nuevo hermano, etc.
- La falta de amigos en el colegio o la dificultad del menor de edad para iniciar nuevas relaciones.
Cómo ayudar
- Cuando no encuentra nada positivo en él o ella debéis acentuar lo positivo y elogiarle frecuentemente, pero con sinceridad; y hay que evitar que haga generalizaciones negativas sobre él.
- Cuando se siente culpable hay que enseñarle a diferencia entre los acontecimientos que puede controlar y los que están fuera de su alcance. No es lo mismo que suspenda un examen por no estudiar a que uno de sus amigos caiga enfermo. Lo primero está a su alcance, lo segundo no.
- Cuando en casa no hay estabilidad se recomienda mantener una rutina en los horarios habituales de vuestro hijo/a. Además es bueno hablarle con antelación de los cambios que vayan a producirse en su entorno: de colegio, de domicilio…
- Cuando se porta mal hay que rechazar toda conducta de manera tranquila pero firme, siendo consistentes en vuestra respuesta a su conducta inadecuada. Enseñadle a que exprese sus sentimientos en la forma y el contexto correctos. Reforzad y prestad atención a las conductas adecuadas de vuestro hijo/a.
- Cuando tiene dificultad para concentrarse hay que fomentar su participación en la vida familiar: ir a la compra, echar una mano en casa, cuidar de otros hermanos…; animadle a relacionarse con sus compañeros y a participar en juegos y actividades.
- Cuando habla de la muerte es importante que, ante estas cuestiones, os mostréis tranquilos y naturales. Lo más frecuente es que, simplemente, vuestro hijo/a tenga curiosidad por saber qué es, sobre todo si habéis perdido un ser querido. En tal caso, podéis aprovechar para darle una explicación sencilla, acorde con su edad y con vuestras creencias morales.
La depresión puede manifestarse en niños, niñas y adolescentes, ya que, a estas edades, también tienen problemas y se ponen tristes. Si vuestro hijo comienza a padecer algún síntoma, hablad con tranquilidad de los sentimientos que experimenta, dadle la oportunidad de expresarse y buscad entre todos la solución a los problemas que os plantee. En caso de que el problema persista, podéis acudir a un profesional que os pueda orientar sobre cómo ayudar a vuestro hijo/a. Las Líneas de Ayuda ANAR están operativas las 24 horas del día todos los días del año, son confidenciales y gratuitas.