En la familia se establecen los vínculos afectivos más sólidos, donde se cubren las necesidades y cuidados básicos y se ofrece protección. También es en la familia donde se transmiten conocimientos, valores, actitudes, normas y estilos de comunicación.
Educar es un proceso de interiorización individual de un conjunto de conceptos, valores, normas, actitudes y procedimientos que el individuo recibe de distintos agentes socializadores (familia, escuela, amigos, medios de comunicación…) Este proceso es dinámico y continuo a lo largo de toda la vida. En este sentido EDUCAR ES PREPARAR PARA LA VIDA.
Para los profesionales que trabajáis con padres y con hijos/as (profesores, educadores, psicólogos, pedagogos…), es importante, principalmente, transmitir a los padres lo importantes que son en la vida de sus hijos/as. Y a los/as hijos/as que, a pesar del distanciamiento en determinadas etapas, los padres siguen queriéndoles de manera incondicional. Hay etapas en que la relación entre padres e hijos se enturbia y se llena de conflictos. Estas situaciones hacen perder de vista, en la mayoría de los casos, que lo más importante es afianzar los lazos afectivos entre los miembros de la familia, tengan la edad que tengan y confirmar lo importantes que son los unos para los otros.
En este sentido, es importante que los profesionales a los que acuden los/as padres/madres, y también los/as hijos/as ante un conflicto que no saben cómo solucionar, tengáis en cuenta una serie de cuestiones básicas:
- En primer lugar, hay que tratar de desculpabilizar a los padres. Cuando acuden a pedir ayuda, lo hacen, generalmente, después de haber agotado otras vías y de llegar a la conclusión de que “no lo están haciendo bien como padres” y que en algo han debido equivocarse. Recibir apoyo en este sentido y hacerles ver que no hay padres perfectos y que ellos lo han hecho lo mejor que han podido dentro de sus circunstancias, les quita un enorme peso de encima y les prepara para estar abiertos a recibir información para entenderse con sus hijos/as.
- Es bueno invitarles a participar en “escuelas de padres”, ya que estos espacios son muy útiles para conocer una amplia variedad de experiencias de paternidad y maternidad que puedan contrastar con las suyas propias. Además, tendrán la agradable y tranquilizadora sensación de que no son los únicos padres que a veces se sienten perdidos.
- El profesional debe centrarse en dar confianza y reforzar sus capacidades para que puedan afrontar más positivamente las situaciones de la vida cotidiana optimizar y potenciar su labor educadora.
- Hay que enfatizar su autonomía en los comportamientos y decisiones que inciden en el desarrollo y educación de sus hijos.
- Es importante resaltarles que la tarea de ser padres no se improvisa pero tampoco puede seguir un guión preestablecido. Más bien es una práctica dinámica que se va construyendo continuamente en la medida en que se modifican algunos aspectos y otros permanecen un tiempo relativamente estables hasta que se revisan nuevamente.
- A los/as hijos/as es necesario transmitirles que la etapa en que están es de crecimiento a todos los niveles. Es importante no aislarse ante cualquier preocupación. Compartirlo con los/as amigos/as más íntimos o con adultos de confianza (padres/madres), hará la carga menos pesada.
- Tienen que saber que para sus padres/madres también es difícil esta etapa. Para ellos es también complicado “dejarles ir” y darse cuenta de que sus niños/as ya no les necesitan como antes. Al menos, no de la misma manera. Este planteamiento ayuda a acercar posturas.
- Los padres siguen siendo muy relevantes en su vida porque son ellos quienes mejor pueden ayudar a buscar alternativas de solución ante cualquier problema. Aunque sepan que se llevarán una bronca, siempre es mejor contar la verdad porque pasado el primer momento, sus padres estarán ahí siempre.
- Si quieren que se les trate como alguien que está creciendo y empieza a ser autónomo/a, tiene que demostrar que es así y que es capaz de cuidar de sí mismo. Tiene derechos pero también deberes.