A raíz de las noticias aparecidas en los últimos días sobre casos de suicidios en que están implicados menores de edad, la Fundación ANAR recuerda que es positivo hablar de las conductas suicidas para evitar que el suicidio se convierta en un tema tabú, pero ADVIERTE encarecidamente de que no se debe hablar en las informaciones de procedimientos, escenarios ni justificaciones para evitar producir un efecto contagio.
Como se recoge en el Estudio sobre Conducta Suicida y Salud Mental en la Infancia y la Adolescencia en España (2012-2022), realizado a partir de las casi 600.000 peticiones de ayuda recibidas a través de sus Líneas de Ayuda, a lo largo de los diez últimos años, ANAR ha ayudado a 9.637 menores de edad que expresaron conductas suicidas, ya fuera ideación o intento de suicidio. De estos, 3.097 se pusieron en contacto con nosotros cuando ya habían iniciado el intento de suicidio. El 63,8% de estos casos atendidos se ha concentrado en los últimos tres años, coincidiendo con la pandemia por coronavirus.
Los medios de comunicación tienen un papel creciente en la socialización de las personas, y por ello pueden jugar un papel activo en la prevención del suicidio. Como recuerda el documento “Prevención del suicidio: Un instrumento para profesionales de los medios de comunicación”, publicado por la OMS en 2000, la forma de comunicar sobre el suicidio puede ayudar a prevenirlo o, por el contrario, puede conllevar un mayor riesgo de provocar el efecto contagio. En este sentido, ANAR quiere sumarse a las siguientes recomendaciones:
- Evitar emplear calificativos que lo hagan deseable y atrayente como “rápido”, “sencillo” o “indoloro”.
- No asociarlo a actos de heroicidad, glorificación, romanticismo o valentía, que lo justifiquen o normalicen.
- No utilizar titulares excesivamente alarmistas.
- No describir explícitamente el lugar, el método usado y cómo lo obtuvo la víctima, ni otros detalles de la muerte que puedan resultar ofensivos para ellos/as, sus familiares y entorno social. Mucho menos si pueden contribuir a su imitación. La referencia a ciertos escenarios asociados con el suicidio aumenta el riesgo de que se recurra a ellos.
- Evitar dar una visión simplista, ni basada en la especulación, como por ejemplo “se suicida por acoso”. El suicidio es un fenómeno multifactorial que nunca se puede atribuir a una sola causa.
- En lugar de centrarse en casos aislados, ofrecer estadísticas y datos objetivos, de fuentes confiables, contextualizando el problema social, y contando con expertos/as en conducta suicida que aporten el contexto con una visión más centrada en la problemática y no en el caso concreto.
- No utilizar fotografías del entorno en el que se ha producido el suicidio, ni que reproduzcan la nota de suicidio, o de los bancos de imágenes que muestren métodos de suicidio.
- Extremar la precaución cuando el suicidio es de una persona famosa o provoca especial alarma social por su edad, el método elegido o la situación en la que se gestó.
- Referirse a la muerte por suicidio como un hecho, no como un logro o forma de afrontamiento. Y a las personas afectadas como personas con conducta suicida y no etiquetarlas sustantivando su condición (“un/a suicida”).
- Evitar los estereotipos de género, étnicos, de condición sexual, cultural o socioeconómica de las personas.
- Enfocar la información desde una perspectiva positiva, de recuperación, como un problema que se puede superar. Puede resultar muy útil contar con testimonios de personas que lo hayan superado.
- Informar sobre factores de riesgo o protección y señales de alarma puede contribuir a prevenir el suicidio.
- Tener siempre en cuenta el impacto sobre las familias y otros sobrevivientes en términos del estigma y el sufrimiento psicológico.
- Como recoge la OMS, describir las consecuencias físicas de intentos de suicidio (daño cerebral, parálisis, etc.) puede actuar como elemento de disuasión.
- Por último, acompañar la noticia de información sobre recursos de ayuda, como las Líneas de Ayuda ANAR, y sobre la necesidad de pedir ayuda, enfatizando que las personas que sufren no están solas.
Las Líneas de Ayuda ANAR están operativas las 24 horas del día todos los días del año, son confidenciales y gratuitas y, en ellas, niñas, niños y adolescentes encuentran un espacio seguro y confidencial en el que se sienten escuchados/as y respetados/as, y donde pueden expresar libremente aquello que les ocurre para encontrar solución a sus problemas.
Teléfono ANAR de Ayuda a niños, niñas y adolescentes: 900 20 20 10
Chat ANAR: chat.ANAR.org
Teléfono ANAR de la Familia y los Centros Escolares: 600 50 51 52