La sexualidad es una dimensión importante de nuestra personalidad y una realidad que no podemos negar, ya que desde que nacemos somos de uno u otro sexo. La sexualidad impregna nuestra vida aunque se exprese de formas distintas dependiendo de las etapas de la vida o de las circunstancias individuales. Como cualquier otro aspecto de la educación de los hijos e hijas, si queremos que éstos/as se desarrollen adecuadamente y sean personas autónomas, educar en la sexualidad también es una responsabilidad de la familia y no debéis dejar al azar ni esperar que la escuela, los amigos o los medios de comunicación lo hagan por vosotros. Es muy importante que cuando habléis con vuestros/as hijos e hijas sobre sexualidad, no desvinculéis este tema de todo un sistema de valores ni de las experiencias afectivas. Lo mismo que lo más adecuado es que se haga en un ambiente de comunicación basado en el cariño y el respeto.
Continuamente se hace educación sexual con los/as hijos/as de forma espontánea, no sólo en lo que se dice abiertamente sobre el tema, sino, también por lo que estáis transmitiendo con vuestras conductas, ya que sois modelos de imitación y de identificación para ellos/as. Por otro lado, la sexualidad no sólo tiene que ver con conductas sexuales, sino que también tiene que ver con aceptar y cuidar el propio cuerpo, con la autoestima, con distintas formas de comunicación y de relación o con manejar los riesgos.
Cuando vuestros/as hijos/as son pequeños,/as hasta los dos años aproximadamente, es habitual que niños y niñas puedan tener conductas de estimulación como tocarse los genitales o frotarse con objetos porque descubren sensaciones agradables al hacerlo. Puede que si le veis haciéndolo os sorprendáis o que os asustéis. Sin embargo, estas conductas son normales y cuando las descubrimos lo adecuado es no intervenir, siempre y cuando no supongan un peligro para ellos (hacerlo compulsivamente creando irritaciones o hacerlo con objetos punzantes…), las dejarán de hacer cuando otra situación les interese. En esta etapa es fundamental para el buen desarrollo de la sexualidad la relación afectiva entre padres e hijos en todo lo relacionado con la afectividad y hacer que se sientan queridos (besos, abrazos, caricias, sonrisas…).
Siempre que vuestro/a hijo/a os haga preguntas sobre sexualidad, DEBÉIS RESPONDER CON NATURALIDAD con explicaciones adecuadas a su edad y hacerlo desde una perspectiva positiva. Si no os pilla en buen momento, aplazad la respuesta pero nunca dejéis de dársela.
Cuando vuestros/as hijos/as son adolescentes, no penséis que ya tendrán la suficiente información porque la habrán adquirido a través de amigos, televisión, escuela… esta información suele ser escasa e inadecuada. Habladle sobre las decisiones sexuales que le esperan: la primera persona por la que se sienta atraído/a, los primeros contactos sexuales (besos, caricias…) y la primera posible relación sexual coital.
La información que le proporcionéis debe basarse en la responsabilidad que conlleva cualquier actividad sexual, por lo que debéis prepararle para que sea capaz de tomar decisiones meditadas y responsables y lo haga tomando precauciones.
Tened en cuenta que el hecho de hablar a vuestro/a hijo/a no significa que le estéis animando o permitiendo mantener relaciones sexuales, sino que le estáis ofreciendo información para que aprenda a enfrentarse ante estas situaciones con responsabilidad. Y esa es vuestra labor.
Cuando vuestro/a hijo/a llegue a esta etapa, la masturbación será algo normal dentro de su desarrollo sexual y a no ser que lo haga de forma compulsiva, le genere sentimientos de culpa o le impida tener relaciones sexuales con normalidad, no supone un problema. Sí tiene que saber, sin embargo, que esa conducta corresponde a su intimidad y, por ello, no debe hacerlo en público. En ocasiones, los/as adolescentes utilizan la masturbación para “tapar” sentimientos de angustia o ansiedad. Es importante estar atentos a esta posibilidad y ofrecerle ayuda si la necesitara.
Si consideras que necesitas consultar sobre este tema con alguien que te pueda ayudar, puedes comunicarte con nosotros para buscar orientación y puedes hacerlo a través de nuestro servicio de Chat o Email ANAR
O llama al teléfono de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (900 20 20 10), que es gratuito, confidencial, funciona 24 horas todos los días de la semana y está atendido por un equipo de profesionales (psicólogos, trabajadores sociales y abogados).
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