Las relaciones personales se aprenden, sobre todo, en el entorno familiar. Los/as niños/as tienen como modelos de relación y comunicación a sus padres y es a través de vosotros como aprenden a desenvolverse con el mundo.
La familia supone un entorno afectivo en el que los/las hijos/as pueden aprender distintas formas de comunicarse y relacionarse con los demás, trasmitir y recibir afectos, experimentar emociones y aprender a canalizarlas. También es un espacio en el que se puede aprender el valor de la convivencia, negociar para conseguir cosas, cooperar, compartir, solucionar dificultades… Así como un lugar de preparación para lograr la adaptación del individuo a la sociedad a través del aprendizaje de valores, normas y comportamientos.
Ser padres es una tarea evolutiva que enriquece nuestra vida de adultos, nos ayuda a madurar, nos conecta con nuestro pasado familiar y crea una continuidad y un sentido de proyección de futuro a nuestra existencia.
Hay etapas en la vida en que la convivencia familiar se hace más complicada. Una de estas etapas es la Adolescencia. Cuando vuestros/as hijos/as llegan a esta etapa es importante que sepáis que LA ADOLESCENCIA es una etapa complicada en la vida de cualquier persona. Es un momento en que el individuo necesita rebelarse contra aquello que hasta ese momento se ha dado por sentado en su mundo, tal como normas, valores… y, por supuesto, los padres, ya que representáis las figuras de autoridad de más referencia para él/ella. Esto es así porque está formando su propia personalidad y, para ello, necesita distanciarse afectivamente de sus figuras de referencia. Sin embargo, en esta etapa los/as hijos/as os necesitan, igual que en anteriores etapas, y necesitan seguir sabiendo que son relevantes para vosotros y que seguís queriéndoles y protegiéndoles. Incondicionalmente. En estos momentos la familia sigue ocupando un lugar importante, sin embargo, las relaciones con los amigos cobran un especial protagonismo. Vuestro/a hijo/a necesita tanto a los/as amigos/as como a vosotros aunque por distintas razones y con distinta intensidad.
Es esta etapa de la Adolescencia en la que experimentaréis más desasosiego ante el comportamiento de vuestros/as hijos/as. Habrá momentos, en que vuestros hijos/as adolescentes tengan comportamientos que os alteren o despierten vuestras alarmas.
Comportamientos tales como:
- Prefiere pasar mucho tiempo solo en su habitación a compartir momentos en familia. Cierra su puerta e incluso, puede llegar a poner en ella un cartel que diga: “NO PASAR”.
- Muestra conductas de descuido como dejar sus cosas por medio, no recoger su habitación aunque diga que va a hacerlo o no colaborar en tareas domésticas como lo hacía de pequeño/a. Incluso, puede descuidar su higiene personal.
- Tiende a no contar nada relacionado con su vida. Si le preguntamos, responde con evasivas o con monosílabos.
- Parece que esté constantemente pensando en “sus cosas” y no nos escuche.
- Hay días en que se muestra contento/a y animado/a y, de pronto, hay otros en que parece que le hubiera sucedido algo muy negativo/a. Pero si le preguntas, te dirá que son cosas suyas.
- Cualquier acontecimiento relacionado con su mundo (amigos, relaciones sentimentales…) lo vive con mucha intensidad. Tanto si es positivo como si lo es negativo.
Como normas generales, para ayudar a que vuestro/a hijo/a se desarrolle adecuadamente y que acuda a vosotros ante dificultades, tened en cuenta que:
- Pensad que esta etapa es pasajera y que vuestro/a hijo/a está creciendo. Para ello, necesita este distanciamiento que ahora vivís con tristeza y miedo. En estos/as momentos/as necesita distanciarse emocionalmente de vosotros, pero os sigue necesitando.
- Es importante que cuando le pongáis normas que cumplir o límites que no podrá saltarse, sean claros y consensuados por ambos padres. Así mismo, también es necesario que sepa qué consecuencias tendrá si no cumple con esas normas o límites. Actuando así le ayudáis a que llegue a convertirse en un adulto independiente y responsable. Además, le demostráis que os importa.
- Tratad de dejarle muy claro, sobre todo con vuestra conducta más que a través de “charlas” que hay cuestiones negociables y otras que no lo son. Sobre todo aquellas que tengan que ver con su seguridad y bienestar.
- Aunque se muestre más reacio/a a vuestras manifestaciones de afecto, hacedle saber a través de vuestros gestos que le queréis y que vais a estar ahí siempre que os necesite.
- Aceptad sus sentimientos y respetad su deseo de intimidad. Es una necesidad que tienen en este momento para poder “colocar” todo el barullo de sentimientos y sensaciones que están viviendo. No lo viváis como una muestra de alejamiento hacia vosotros, sino como una época de transición. Más adelante volveréis a “recuperar” a vuestro/a hijo/a.
- Enseñadle a ser respetuoso con todos los miembros de la familia y mostraos también respetuosos con él/ella. No utilicéis las descalificaciones o insultos como herramienta para comunicaros con él/ella. Y si en algún momento lo hacéis, disculpaos por ello. Así le daréis ejemplo y se sentirá más cercano a vosotros emocionalmente.
- Es importante que razonéis con él/ella las consecuencias de sus decisiones, pero si no son peligrosas, la mejor manera de que aprenda es dejándole equivocarse. No uséis nunca el “ya te lo dije”, sino mostraos accesibles si os necesita.
- Es fundamental que fomentéis en vuestro/a hijo/a un estilo de vida sencillo que se base en el ser y no en el tener, para no llegar al consumismo imperante en nuestra sociedad.
- Controlar y supervisar las conductas de vuestros/as hijos/as adolescentes es necesario, pero no lo es hacerlo con actitud inquisidora o sobreprotectora. Eso enturbia el clima de comunicación familiar.
- Depositad confianza en ellos/as. Transmitid que les consideráis responsables. Con esto facilitaréis que confíen en sí mismos y que os devuelvan esa confianza.
- Buscad momentos positivos, tranquilos o de sentido del humor que compensen otros que puedan ser más difíciles. Procurad que no se alargue un clima familiar negativo provocado por discusiones sobre normas y límites. Dad el paso hacia un acercamiento si ellos/as no lo dan.
- Es importante que les habléis de los riesgos y cómo prevenirlos sin alarmar o prohibir, ya que de hacerlo así, empeoraría vuestra relación con ellos y no evitaría que hicieran algo que ya tienen decidido hacer.
Si a pesar de todo lo anteriormente mencionado, consideráis que la situación con vuestro/a hijo/a adolescente se os escapa de las manos, sabed que hay recursos gratuitos de Orientación Familiar que ayudan a las familias que tienen dificultades de relación entre sus miembros. Podéis informaros al respecto a través de los centros de Servicios Sociales de vuestro municipio.