El ciberbullying representa ya uno de cada cuatro casos de acoso escolar. Esta proporción aumenta con la edad, de forma que a partir de los 13 años, el 36,5% de los casos de bullying (más de uno de cada tres) son por ciberacoso. Así lo constata el primer estudio que analiza el fenómeno del ciberbullying desde la perspectiva de los menores afectados, realizado por la Fundación ANAR y la Fundación Mutua Madrileña.
Otra conclusión llamativa es que el 70% de las víctimas de ciberbullying son chicas. Dicho de otro modo, por cada varón que sufre ciberacoso existen 2,4 féminas en su misma situación. Este mayor porcentaje de víctimas chicas es un fenómeno que no coincide con las estadísticas del acoso escolar en general, donde el porcentaje de afectados por sexos está más equilibrado (47% mujeres frente a un 53% de varones).
El estudio se ha realizado a partir del análisis de la base de datos de llamadas al Teléfono ANAR de Ayuda a Niños y Adolescentes y al Teléfono ANAR del Adulto y la Familia, que desde 2013 a 2015 ha atendido 60.408 llamadas relacionadas con acoso escolar, de entre las que se han identificado y seguido 1.363 casos de bullying.
“Esta gran base de datos nos ha permitido estudiar el problema desde dentro, desde el punto de vista de aquellos que lo sufren. Desde hace 22 años el Teléfono ANAR atiende las llamadas de niños y adolescentes sobre cualquier tipo de maltrato y acoso escolar. El número de llamadas atendidas en los tres últimos años nos da una idea de la gravedad del problema, que sigue en ascenso”, ha señalado Benjamín Ballesteros, director de Programas de la Fundación ANAR.
“Este estudio nos ayuda a comprender la realidad de un problema creciente, el ciberacoso, y a tomar decisiones para acabar con él. Con la campaña #NoBullying, que hemos puesto en marcha en la Fundación Mutua junto a la Fundación ANAR, y a la que recientemente se ha sumado la Fundación Deporte Joven, organismo dependiente del Consejo Superior de Deportes (CSD), pretendemos combatir la lacra social que supone el acoso escolar en todas sus formas“, ha señalado Lorenzo Cooklin, director general de la Fundación Mutua Madrileña.
La edad de inicio del ciberacoso es de 13,6 años, una edad media superior a la del acoso escolar en general (11,6 años), probablemente relacionado con el momento de acceso de los más jóvenes a las tecnologías. La agresión más habitual suele ser el insulto (62,6%), aunque también hay amenazas en el 24,3% de casos y, en menor medida, difusión de fotos, vídeos e imágenes comprometidas (20,9%).
El teléfono móvil es la herramienta más habitual para acosar telemáticamente y, dentro de este medio, el WhatsApp es la aplicación más utilizada (81% de los afectados). El acoso a través de redes sociales lo padece una tercera parte de la casuística, 36,2%.
La agresión pasa factura a quienes la padecen y el 92% de las víctimas sufre algún tipo de secuela psicológica, siendo la ansiedad la más frecuente, seguida de la tristeza, soledad y baja autoestima. Un 10% de las víctimas ha tenido conductas autolesivas, pensamientos suicidas e incluso intentos de acabar con su vida como forma de huir y acabar con la situación.
En cuanto a la frecuencia con la que se produce el ciberbullying, el hostigamiento es diario para un 71,8% de las víctimas, algo que puede explicarse en parte por el fácil acceso a las tecnologías y las posibilidades que proporcionan. Como ocurre con el acoso escolar presencial, los ataques suelen prolongarse en el tiempo y un 38,1% de los casos analizados llevaba más de un año con esta situación y otro 40,7% entre un mes y un año.
La mayoría de las víctimas de ciberacoso son de nacionalidad española y proceden de familias convencionales (esto es, padre, madre y hermanos) y sin problemas económicos en el 86% de los casos.
De todos los casos analizados, un 30,6% se considera de “alta gravedad” porque va unido a acciones físicas de acoso y agresión (golpes, patadas…), y se prolonga más allá de un año, su frecuencia es diaria y, con el tiempo, se ha ido incrementando y haciendo más violento.
Los ciberacosadores pertenecen en la gran mayoría de las ocasiones al mismo centro escolar que la víctima y actúan en grupo (de entre 2 y 5 personas) del mismo sexo que la víctima en la mayor parte de las ocasiones, en menor medida mixtos. Como sus víctimas, suelen ser adolescentes (87% de las veces) y les mueve la agresividad o la venganza.
Al igual que con el acoso escolar, las víctimas de ciberbullying solo piden ayuda a los adultos cuando su situación se prolonga en el tiempo más allá de un curso escolar. Los padres suelen ser las personas a los que los chicos confían su problema y lo hacen con mayor frecuencia (81,3%) que las víctimas de otros tipos de acoso en la escuela (62,1%).
También es más habitual, con respecto a los casos de acoso físico, que los profesores que conocen un caso de ciberbullying tomen medidas. El 75% de los docentes que fue informado tomó algún tipo de medida para sancionar a los acosadores, mientras que el porcentaje de actuación de los profesores en otros tipos de abuso es del (59,2%). Pero estas medidas no fueron consideradas satisfactorias por parte de las víctimas y sus familias en la mayoría de los casos: el 74,2% de los casos de acoso escolar y el 59,3% de los casos de ciberacoso.
A la luz de estos datos, las fundaciones ANAR y Mutua Madrileña consideran esencial la adopción de un Protocolo de Actuación Unificado para toda España en la que se contemplen las medidas que deben adoptar los Centros Escolares.
El cambio de colegio es una medida que adoptan algunos padres (el 10%). Sin embargo, resulta poco eficaz porque en el 85,2% de los casos de acoso presencial, el fenómeno se vuelve a reproducir en el nuevo centro escolar. En el caso del ciberbullying vuelve a producirse en el 30% de los casos.
En este sentido, antes del cambio de colegio, el estudio considera más efectivo que la víctima reciba tratamiento psicológico que le permita adquirir las habilidades sociales necesarias para defenderse y fortalecer su autoestima, así como que en el centro escolar se adopten, tanto medidas contra el acosador como medidas formativas de cohesión de grupo, fomento de la tolerancia a las diferencias y rechazo a la violencia.
Las fundaciones ANAR y Mutua Madrileña pusieron en marcha en 2016 la campaña #NoBullying. Acabar con el bullying comienza en ti que se desarrolla en centros escolares, redes sociales y a nivel institucional y de análisis de datos.
En los centros escolares, los psicólogos de ANAR realizan sesiones interactivas en grupo con las que tratan de involucrar y conseguir el compromiso de niños y jóvenes contra el acoso escolar, apoyándose para ello en vídeos, juegos de rol, etc. Gracias a la colaboración de la Fundación ANAR y la Fundación Mutua, los profesionales de ANAR ya han llevado a cabo estas sesiones en 53 centros educativos.
Además, se ha proporcionado al profesorado una Guía con recursos específicos que faciliten la prevención del acoso. Este manual, disponible en www.acabemosconelbullying.com, les orienta para seguir trabajando el tema con los alumnos y para tomar decisiones cuando detecten un caso de bullying entre los chavales. Los alumnos también reciben, por su parte, información por escrito sobre qué hacer y dónde pedir ayuda en caso de que causen, sufran o presencien bullying.
La iniciativa en colegios va reforzada con una campaña en redes sociales (#NoBullying), que hace hincapié en la figura del “espectador”; es decir, aquel chico o chica que con sus risas o con su silencio apoyan sin pretenderlo al acosador y se convierten en cómplices sin quererlo, facilitando que la situación perdure. El hashtag #NoBullying se convirtió en trending topic el día de su lanzamiento y los vídeos de la campaña “Tu silencio” y “Tus risas”, tienen más de dos millones de visualizaciones en redes sociales.
El estudio del problema, por medio de la gran base de datos de casos con la que cuenta ANAR se ha concretado, de momento, en dos estudios sobre el problema según el punto de vista de los afectados.
A nivel institucional, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte incorporó los materiales de la campaña a sus propias iniciativas en los centros escolares, mientras que la Fundación Deporte Joven, está contribuyendo a su difusión a través de los deportistas, las federaciones y las organizaciones deportivas.
La Fundación Mutua Madrileña trabaja desde 2003 para mejorar la calidad de vida de las personas a través de diferentes grandes áreas de actuación: apoyo a la investigación científica en materia de salud, ayuda a colectivos desfavorecidos, difusión cultural y promoción de la seguridad vial, con un especial foco en los problemas de los jóvenes y de la violencia de género.
Por su parte, la Fundación ANAR actúa desde 1970 en la labor de promoción y defensa de los derechos de niños y adolescentes en situación de riesgo, siendo su principal línea de acción la orientación y atención telefónica gratuita y confidencial a niños y adolescentes con cualquier tipo de problemática.